Palabras


Existen palabras que riman con la vida.
Oraciones que se conectan con nuestro tiempo
y nos van tocando, cada vez, más adentro
de nuestro dañado ego.
Contenedor de pociones
y libros ya tiesos.

Es cierto, una confesión no tiene aliento
porque lo que nace del corazón es siempre un hecho
Es siempre un duelo, un conflicto, una transformación.
Y se vive otra vez tratando de creerle a la razón
cuando se deduce su color, su tono y saturación.

Decir que lo real es tan real
resulta como explicar un juego.
Nunca nos abrimos; poco lo entendemos,
tan sólo seguimos reglas
y nos mantenemos entre parámetros
que si bien ya no se siguen
nos enseñan a reprendernos
haciendo grande el hecho
de que existimos para ser leal
a un ente subliminal que goza por vernos muertos.

La sociedad siempre será igual.
Nunca se transformará, porque no estamos listos.
Somos la sociedad.
¿A dónde vamos?
Haciendo daño y promoviendo lo ilícito…
¿Qué es moral, deber y mente?
Acaso se olvidarán
repasar lo que es aparente,
aparentemente malo, negativo, rebajado
a niveles infrahumanos…

Existen rimas, sí…
Rimas que no riman con las casas.
Pero que destruyen nuestras miradas,
las hacen efímeras, terrenales y dolientes,
provocan un malestar sonriente
que solo sobrevive quien se exime
a simplemente identificarse con la nada.
No todos se dejarán llevar por las palabras.
Quizá no sean iguales los versos
que escribe el autor
y que leen los lienzos.
Pero seguramente, en algún momento
será igual la producción tras una rima
sea un llanto, una sonrisa, un sentimiento absoluto
de supremacía agónica, o de inspiración sumisa…
Y allí, todos escucharemos la misma rima
y todos miraremos la misma noche
el mismo día
y acabaremos parpadeando
y superando
las palabras que reflejaron algún aspecto
de la tal vida.

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