De letras de estela


El ser humano no cambia por sí solo, y es común que las letras hablen como si fueran sueños; que expresen aquello que queda oculto, y todo lo que deseamos escuchar. Porque, lo que de verdad se piensa, nunca se siente pero sí se crea. Pasa por la memoria, o aparece entre la tierra, o en las personas, o en el cielo; un pensamiento, y es en esos momentos donde se crea.

A pesar de no recordarse, cada mensaje subconsciente es capaz de recrearse debido a su importancia, relevancia, y ese significado que se mantiene esperando a ser consultado. Es por esto que nacen referencias entre obras, ideas y modelos. Si se observa bien, incluso la naturaleza continúa sus patrones, y nosotros como humanos no olvidamos dichos pensamientos, son guardados hasta su contemplación.

Nuestro mundo se encuentra lleno de referencias, y cada cosa que hacemos, basándonos en un propósito, obedece con repetir hasta una muerte literaria, donde se logra ir aprendiendo ese sentir. Y a partir de allí, se generan series y secuelas de frases y palabras con fuerza propia.
Cada poema que renace en el hilarante camino matutino se mueve en gracia a un título, y los motivos que mantienen la obra viva, son fundamentalmente un pensamiento inatenuable. Que con el tiempo, y consecuencia a una fuente de inspiración, despiertan con la necesidad de ser expresados. Y en el justo momento de su composición, vienen en acompañamiento de muchas referencias personales, y a veces situacionales. 

Es por esta razón que a menudo se conoce a un autor; se etiqueta, por las manías estilísticas y léxicas que posee. De esta forma los críticos podrían conocer y analizar a los autores, pero ¿Cómo un autor se analiza a sí mismo? Quizá por orgullo y perfeccionismo decida entender desde otra perspectiva sus obras, o en el mismo momento en que crea, reflexiona sobre los temas que trata.

Posiblemente de esta forma reconozca y decida cambiar, pero seguro carecerá la voluntad para mantener una promesa, que es para sí mismo, y por esto sea necesario un conflicto. Porque la mente no puede cambiar si no es por medio de un conflicto, un choque de emociones, de mensajes; ideas perceptibles. Es sólo a través de esto que se consigue generar una transformación en el hombre, y es para un autor un proceso al que se deben habituar.

En la vida de un artista sucede que los primeros cambios vuelven más sensato a la persona y dependiendo del estilo, se engrandecen las esencias percibidas. Por gracia de esto, aumentan las posibilidades de encontrarse con conflictos. Y así, recomenzar a crear, a observar y aprender.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Nube de goma

Jovenes, no se olviden de sus sueños.

Confía en ti

[Poema] Monster.

Una forma del pensamiento.