Tomarnos un tiempo
Se vive habituado en un mundo de ruidos, y no aceptamos
vivir sin él. Vivimos, casualmente, en un lugar lleno de ideas, de mensajes, de
dígitos sin descifrar; y no sabemos interpretar lo que encontramos en cada
lugar. Está ahí y lo retenemos sin hacerlo nuestro. Luego, nos agobia por
completo. Nos harta el hecho de existir un mundo así... Y a veces, hasta
acabamos con el nuestro, el mundo creado a imagen de la realidad.
Como humanos dejamos de pensar como animales, para actuar
sin saber, por meros instintos semejantes, que extrañamente nos hacen ser
incapaces de entendernos a nosotros mismos, a ese ser profundo, ese ser:
inalcanzable, inefable, increíble, invisible, pero a la vez totalmente
entendido por el interior de otro ser.
Entre la monotonía de la vida y las asonantes variables que
nos inundan, poco dejamos un momento para nosotros; para reírnos, para
calmarnos, para sentir que estamos presentes. Y son esos los momentos que más
nos ayudan a seguir, pero más ignoramos al crecer. Nos dejamos llevar, no
descansamos, entre el día, no descansamos.
Nos hace falta habituar nuestro cuerpo a tomarse su tiempo,
cerrar los ojos por unos momentos, quince minutos, suficientes para verlo todo;
para vernos, y así decir, cuan maravilloso está el mundo que vimos, y en el que
vivimos, desde hace un tiempo.
Comentarios
Publicar un comentario