Dime, qué pasaría
¿Qué pasaría si
el mar subiera al cielo?
Y la lluvia no
acabara de limpiar los sentimientos.
¿Qué pasaría si
todo el mar subiera al cielo?
Y las olas
destruyeran nuestros cuerpos.
¿A dónde iríamos
si el mar se hizo cielo?
La luna se ocultó
tras el mareo.
Todo se acabó,
sólo existe infierno,
pero habiendo
tantos nobles…
¿Será igual el
sufrimiento?
Qué haríamos
si predijéramos
esos momentos.
Esos momentos de
cambio de ego.
¿Dónde cabrían
tantos sueños?
Dónde cabrían mis
sentimientos,
si mi pensar necesita
salir al mundo;
despejarse, desaparecer.
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Extrañamente, nuestro mundo no cambiaría.
En ambos, a pesar
de haber tanta gente,
nos sentiríamos
solos, amargados, desalmados.
En ambos haríamos
el bien y el mal,
juzgaríamos,
presumiríamos, odiaríamos
sin siquiera
saber como amar.
En ambos mundos
no sabremos por qué llorar.
Pero lo haremos
para algo dejar en libertad.
En ese mundo,
también aparecerían reyes,
príncipes y
princesas…
En ese mundo
también buscaríamos riquezas,
y forjar nuestras
leyes.
Espadas, balas y
fuego
otra vez, se
crearía el infierno,
en la tierra en
que nacimos,
otra vez.
En ese mundo,
también existiría esperanza,
belleza y amor.
En ese mundo
también buscaríamos felicidad,
orgullo y honor.
Inicio,
desarrollo, clímax, conclusión.
Nuestras
historias necesitarían otra manera de ser vistas.
Ahí, y sólo ahí,
nacería la poesía.
Y los poetas
crecerían.
Y los poetas
morirían.
Y el arte
acabaría.
Pero la belleza
no.
La belleza,
nunca, ni siquiera creando otro mundo,
dejará de
existir…
Entonces,
¿Qué pasaría si
el cielo fuese nuestro más sagrado mar?
La belleza
tendría más que un lugar en nuestros corazones.
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