El valor de cada objeto

Desde pequeños nos acostumbraron a vivir apegados a un objeto; objeto que serviría para llenar vacíos y sensaciones que no entenderíamos al menos por ese momento.

Y siendo ya jóvenes o adultos, la ambición nos obliga a seguir ese patrón de seguridad, para así, y sólo así, sentirnos completos. Pero esto nos lleva a desear más y nuevos objetos… ¿Y las cosas que antes nos colmaban de seguridad, placer o alegría? Como todo en la vida, lo habremos olvidado.

Sin embargo, no pensamos que el valor y la apreciación, que una vez tuvo ese objeto, hoy podría ser despertado por otro. Entonces, decidimos perder, o desperdiciar, un objeto, almacenándolo o botándolo, porque simplemente no le encontramos uso.


Cada herramienta, accesorio, utensilio que usemos, absorbe una parte de nosotros; no sería lo mismo en otras manos. Aunque, si dejamos de quererlo, este dejaría de pertenecernos, y por tanto, ni nos queda ni nos gusta. Perderíamos verdaderamente ese objeto, junto con el valor que un día le dimos.

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