Papel

Mira la hoja, observa el papel,
vive en ella, siente su fe
en todo tu poder.

El blanco que brilla,
que ilumina tu ser
se corrompe por ti.
Por tu lápiz de marfil.
Por tu cincel de diamante.
Tu bisturí de creyón.
Llenas las páginas de ideas sin color,
puro color, esencia de amor.

Observa y espera.
Presta atención,
aspira al momento
en que te conviertas un dios,
que transforme estas hojas
en universos de honor.
Sé tú el creador
de miles de versos y párrafos
que transmitan pureza, inocencia y sensación;
mensajes de compasión
para un mundo hundido en sus propias pisadas.

El papel te permite crear esperanza.

Días pasados
de recuerdos sin nombre.
Una hoja en blanco,
un intento del hombre.

Concluye los versos,
escribe sin miedo
a perderte entre líneas.
Las líneas que expresan
más que mil rimas;
más que tormento
más que alegría.
Has del poema un cuerpo,
organismo de rutinas,
lleno de muchos textos
que se definan en pocas líneas.
Convierte el destino en poesía.

Déjale la brisa al viento,
que se junten y fusionen
con el tiempo.
No te inspires con maldiciones,
sortilegios o encantamientos.
La verdadera magia está en ti.
En tus acciones, tus palabras,
en tu esencia yace el poder.
Protégete y cubre al mundo
con tus manos abiertas de piel.
No te burles de objetos sin fe.

Has crecer cada letra en cumplidos,
di lo que quieras, para eso es papel.
Árboles mueren con gusto
de tu firma llevar como tez.
Y sonríen creciendo en su mundo,
mundo de plantas y de espíritus


de color vagabundo…

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