Mil canciones

El tiempo no me deja romperme.
Yo solo pienso desvanecerme.
Que el mundo haga lo que quiera con lo que quede,
no sólo de mí, sino de todos ustedes.
¿Existirá algo tan valioso como los fragmentos del corazón?
Que son arrojados sin temor por la muerte
que otra vez me hace ver
como se burla de mí y me hace no querer verle.

Cuanto aliento podremos gastar
hasta quedarnos vacíos y comenzar a respirar.
Porque de verdad, duele pensar que pisamos el mismo mundo.
Duele pensar que respiramos el mismo aire.
Duele pensar que pensamos igual.
Que vivimos igual.
Que deseamos igual.
Y como duele pensar que moriremos igual.

Sin saber en qué pensar.
Cuando será ese gustoso final
en que contemplemos el silencio
de una pieza magnífica en un tono descomunal.
Eso me hace imaginar
que haré a partir de ahora:
tocaré y compondré, los más hermosos recuerdos hechos arte.
Y cada espacio, cada silencio, lo sentiré desde dentro. Nacerá como el tiempo que me ha enseñado a sobrevivir a través del sufrimiento.

El día en que viva otro ser tan bello
que goce de un deseo, de un destino tan sublime.
Que viva feliz a través de lo eterno.
Y que escriba poemas para su hermoso tiempo
que le enseñará a ver y a sentir de nuevo.
Al igual que cuando nació
y todos deseaban verlo.

Ojalá nazca ese ser
carente de errores y sin miedo a errar.
Programado con sentido, con la intención de amar
sin tener que pensar en su hermoso final.

Ojalá viva otro ser
que lloré y que canté al igual que ríe.
Que brille como si mil estrellas tuviera
en su mirada desprendida de toda estela.
Ese ser tendrá que ser
un recreador de sensaciones...
Con sus versos hará de ver
a todos esas mil canciones
que una vez fueron compuestas
por otro poeta que sí pudo verla

y a través de ella, hacerla poesía.

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