El reloj del tiempo.
— ¿Qué es esto?— le preguntó a su padre.
— ¿Esto? Es una reliquia familiar, un reloj de arena. —
— ¡Oh, entonces sirve para ver la hora! Pero, ¿Cómo?—
—No funciona como otros relojes modernos, pero es simple, la arena depositada en uno de los lados al ser pasada por esa unión permite medir el transcurrir de una hora. Cuando este se llena, ya sabes que pasó. —
—Pero, este no tiene nada. —
—Así es, le llamo el reloj de la vida y tiene relación con tu madre. —
—Ohm, ¿podrías contarme?—
—Claro, sé que podrás entenderlo. —
Sucedía que en los momentos en que tu madre se encontraba enferma yo compré este artilugio, se lo di para que pudiese estar al tanto de cuándo debía tomar su medicina, lastimosamente cada hora de vigilia debía consumirlas, y así lo hacía, solo las noches eran naturales, su enfermedad se alimentaba mientras el día, el tiempo corría.
Empeoró, al pasar al hospital su delicado estado no permitía que nada externo pudiese contactarla, un ambiente estéril total hasta de gente. Con ello empeoré yo, molesto arrojé al piso este reloj, para colmo no se rompía, lo intente varias veces con mucha furia, mi dolor que se convertía en desesperanza, ya sabía que iba a morir.
— ¿Qué hiciste, por qué está así?
—Nada, déjame te cuento...— Continúa su relato —Tomé una caliente aguja e hice un agujero en un extremo vacío, voltee el reloj y al fin el tiempo pudo irse; a medida que moría la arena iba desapareciendo, lenta y dolorosamente. (Dejando marcas tras de sí)
Ese reloj era mí esperanza de que cada hora que pasara ella se acercaría más a su perfecta salud. Pero no lo hizo, no lo logró, su débil cuerpo ya no tenía energía, pues, era el tiempo quien se llevaba su futuro, la arena fue quien acabo con su mundo. —
—Al final se murió, ¿Dónde está la arena y a dónde se fue?—
Sonríe gentilmente— Nunca existió, solo era tiempo, un simbólico recuerdo de esa vida. —
«Revivir lo que está muerto es traer la muerte a ti.»
— ¿Esto? Es una reliquia familiar, un reloj de arena. —
— ¡Oh, entonces sirve para ver la hora! Pero, ¿Cómo?—
—No funciona como otros relojes modernos, pero es simple, la arena depositada en uno de los lados al ser pasada por esa unión permite medir el transcurrir de una hora. Cuando este se llena, ya sabes que pasó. —
—Pero, este no tiene nada. —
—Así es, le llamo el reloj de la vida y tiene relación con tu madre. —
—Ohm, ¿podrías contarme?—
—Claro, sé que podrás entenderlo. —
Sucedía que en los momentos en que tu madre se encontraba enferma yo compré este artilugio, se lo di para que pudiese estar al tanto de cuándo debía tomar su medicina, lastimosamente cada hora de vigilia debía consumirlas, y así lo hacía, solo las noches eran naturales, su enfermedad se alimentaba mientras el día, el tiempo corría.
Empeoró, al pasar al hospital su delicado estado no permitía que nada externo pudiese contactarla, un ambiente estéril total hasta de gente. Con ello empeoré yo, molesto arrojé al piso este reloj, para colmo no se rompía, lo intente varias veces con mucha furia, mi dolor que se convertía en desesperanza, ya sabía que iba a morir.
— ¿Qué hiciste, por qué está así?
—Nada, déjame te cuento...— Continúa su relato —Tomé una caliente aguja e hice un agujero en un extremo vacío, voltee el reloj y al fin el tiempo pudo irse; a medida que moría la arena iba desapareciendo, lenta y dolorosamente. (Dejando marcas tras de sí)
Ese reloj era mí esperanza de que cada hora que pasara ella se acercaría más a su perfecta salud. Pero no lo hizo, no lo logró, su débil cuerpo ya no tenía energía, pues, era el tiempo quien se llevaba su futuro, la arena fue quien acabo con su mundo. —
—Al final se murió, ¿Dónde está la arena y a dónde se fue?—
Sonríe gentilmente— Nunca existió, solo era tiempo, un simbólico recuerdo de esa vida. —
«El pasado crea y forma el presente, pero cuando llega al futuro es capaz de matar.»
«Revivir lo que está muerto es traer la muerte a ti.»
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