Cortos 2ª parte.


El señor de las ideas

No tienes por qué decirlo,
tampoco porque crearlo
ya que siempre ha existido;
solo tienes que traerlo.

Es difícil asumir el origen de las ideas
solo pasan, cambian recuerdos, se van,
llegan, unen momentos, desaparecen.


Es así la raíz, la creatividad de todo ser;
busca de traerla no de dar la tuya.
Si no sabes hacerlo solo tenéis que llamar
al morador de ideas, organizador
de toda la existencia inmaterial.

Llamarte vida

— ¿Sabes por qué te digo «vida»?—

— No, la verdad que no, imagino que por cariño... ¿Verdad? —

— Podría ser, pero es algo más complejo. Imagínate, todos estos años han formado lo que soy, las experiencias de lo vivido han transformado mi ser... —
— ¿Y yo en eso que tengo que ver? —

— Que cuando llegaste, irrumpiste en mi historia, cuando te conocí, sí, en ese corto y preciso momento... — vergüenza— lograste cambiarme por completo.

Algo que tanto le costó a la vida, tú lo hiciste con tan solo existir.

Por eso, eres como mi otra vida, que se mantenía guardada, buscando el acontecimiento que me transformaría. —

— Que tonto, es que aún no lo reconocías... ¿Cómo puede actuar algo que no existe? Al menos, no en esos momentos... Apoyar sin ser apoyado es como decir que te acompaña sin estar a tu lado.

¿Ilógico no? Es algo tonto para mí.
Últimas palabras


Concédeme el permiso de llenarte de ideas
Concédeme el permiso de hablar por ti
Permíteme bendecirte con el mejor de los honores
Escribir tu testamento, tu despedida en este mundo.
Seré franco con cada quien, pero debo de saber por qué
Formare un pensamiento lógico, solo cederé al merecedor,
Haré lo que tú quieras, pero distorsionare a mi antojo cada petición egoísta de cumplir sueños errados.
No puedo equivocarme si no soy tú, solo te haré el favor de no molestarte en hacerlo.
Seré el que explique la razón de cada idea, los versos que usaste para fundamentar tu inspiración.
No dejaré que nada le pase a esa verdadera historia jamás contada.
Permite y concédeme el permiso de decirle al mundo.
Concédeme tus dones, tu manera de creer firmemente en eso.
Permíteme acceder e ir más allá de las barreras que me impone
Tu mente concentrada en el flujo de lo que escucho.
Permite y concédeme el honor de decirlo, de hacerlo, de escribir
Cuales fueron, cuales fueron esas miles de veces en que pensaste.
No contendré ninguna forma inverosímil
Hallada en todo lo que me relates.
Formaré, seguramente, un cuento recopilando cada paso que en el concreto no se pudo alisar.
Permite y concédeme el deseo, mi deseo, de escribirle al mundo tus últimas palabras. Inspirar realmente, al mundo, a través de la voz que ahora está hecha trisas.

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