Cortos dilemas.
Yacía tranquilo, merodeando entre pensamientos. Una voz suave e interesada llego a mi mente como un visitante remoto. Allí me dijo mientras yo respondía:
—¿A quién esperas?—
—A la inspiración.—
—¿Qué esperas de ella?—
—Que me devuelva la creatividad.—
—¿Por qué se la diste?
—Me prometió estar siempre en el mejor momento, pero no fue así.—
—Y ¿Crees que volverá?—
—No es necesario, en algún momento ella nacerá de lo habitual. Y creo, habrá cumplido su promesa.—
Vivimos acostumbrados a lo espontaneo y jamás intentamos crear a partir de la nada, en momentos deseados, en ambientes deseados, en el día a día. Nunca intentamos controlar esa magia artística que se encuentra muy dentro nuestro, que se desenvuelve entre los lienzos, los instrumentos, los papeles como si siempre se supo, fue destinado, que en ese momento, precisamente, esa obra estuviese viva.
—¿A quién esperas?—
—A la inspiración.—
—¿Qué esperas de ella?—
—Que me devuelva la creatividad.—
—¿Por qué se la diste?
—Me prometió estar siempre en el mejor momento, pero no fue así.—
—Y ¿Crees que volverá?—
—No es necesario, en algún momento ella nacerá de lo habitual. Y creo, habrá cumplido su promesa.—
Vivimos acostumbrados a lo espontaneo y jamás intentamos crear a partir de la nada, en momentos deseados, en ambientes deseados, en el día a día. Nunca intentamos controlar esa magia artística que se encuentra muy dentro nuestro, que se desenvuelve entre los lienzos, los instrumentos, los papeles como si siempre se supo, fue destinado, que en ese momento, precisamente, esa obra estuviese viva.
Comentarios
Publicar un comentario